Nadie esperaba el golpe de Estado en Níger 1e413m

Charlamos con el padre Rafael Marco, afincado en Níger. 5wy5w

Las calles de Niamey tras el golpe de estado en Níger. Foto tomada de REUTERS

El padre Rafael Marco ha decidido no moverse de Dosso, la ciudad nigerina en la que desarrolla su misión desde el año 2013. No encuentra el motivo para hacerlo. A pesar de la tensión que se vive en el país africano desde que el pasado 26 de julio el presidente del país, Mohamed Bazoum, fuera destituido por una junta militar golpista, el misionero aragonés no tiene intención de separarse de su gente.

Esta no es la primera vez que el sacerdote de la Sociedad de Misiones Africanas ha sentido el peligro en los más de 50 años que lleva viviendo en África, aunque reconoce que la actual situación en Níger «es grave, pero todavía difícil de evaluar».

Nadie se esperaba un golpe como el que ha tenido lugar. Cierto es que ha habido intentos anteriores, pero nadie se esperaba lo que ha pasado, asegura Marco en conversación telefónica.

En los últimos diez o doce años en Níger se respiraba tranquilidad. Y esa tranquilidad se traducía en un «importante» progreso político, económico y social –no muy frecuente en un país con una fragilidad política tan grande– «lo que no hacía augurar lo que ha sucedido».   

Foto: Manos Unidas ONG/Sonsoles Fdez-Iriondo
El padre Rafael Marco, durante su estancia en Benín. Foto: Manos Unidas/Sonsoles Fernández-Iriondo. 

«Yo creo que el golpe del general Abdourahmane Tiani –comandante de la Guardia Presidencial nigerina– es algo doméstico. El presidente ya intentó destituirle en 2021 y, desde entonces, ha desconfiado de él», asegura el padre Marco, que tampoco ve posible una intervención militar por parte de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO). «El presidente de la CEDEAO, (el nigeriano Bola Tinubu), ha dado un golpe en la mesa para impresionar, pero la CEDEAO es un organismo que tiene poca credibilidad y que, tampoco, tiene un cuerpo militar dispuesto a esa intervención».

Al Qaeda y primavera árabe 4n2d48

De cualquier manera, el peligro de desestabilización rondaba al país del Sahel desde la aparición de Al-Qaeda y la muerte del líder libio, Gadafi. Para Rafael Marco todo empezó en Malí, con la creación, en la región norte del país, del estado de Azawad por parte del Movimiento Nacional de Liberación de Azawad (MNLA), liderado por los tuareg. Con ello, aparecieron movimientos islamistas radicales, que se refugian en Malí, y, con el tiempo, «acabó convertido en un centro de drogas, armas y delincuencia», explica el religioso. «Y esto, que se extendió a Burkina Faso, está pasando también, aunque de manera reducida, en Níger».

Desierto de Níger. Foto: Manos Unidas ONG/Belén Bertrand

El mayor temor del padre Marco es que la situación de Malí y Burkina se extienda a Níger.

Es verdad que la inestabilidad en el país ha ido creciendo. Hay zonas, como la ciudad de Tera, de la que tuvimos que irnos en 2013, que ya no son seguras, explica el misionero español, pero en Dosso –donde estoy ahora– la convivencia es pacífica.

Uranio, oro y petróleo 6j5o1o

Sin atreverse a afirmarlo categóricamente, Rafael Marco señala a las grandes riquezas del país como causantes de la enorme pobreza de la población y de la inestabilidad. «Desde hace más de cincuenta años se está oyendo hablar del uranio de Níger y de las centrales nucleares (Níger es el cuarto productor de uranio del mundo), pero ahora se ha descubierto petróleo y oro, muchísimo oro, que se ha convertido en la mayor fuente de riqueza del país», explica Marco.

Niños mientras sacando agua de un pozo. Foto: Manos Unidas ONG/Belén Bertrand
Niños sacando agua de un pozo. Foto: Manos Unidas/Belén Bertrand.

Aunque esa riqueza no llega ni mucho menos a toda la población. El último informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sitúa a Níger a la cola del desarrollo, superado en pobreza solo por Chad y Sudán del Sur. «Desde siempre aquí existe una enorme corrupción». Y allí es donde va el dinero que debería repercutir en el pueblo.

Y mientras el mundo mira con preocupación hacia Níger, el padre Marco continúa incansable con su labor de apoyo a las comunidades más desfavorecidas de Dosso, volcado en la formación y atención de decenas de niños y jóvenes invidentes.    

 

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