El pasado lunes 13 de diciembre tuvimos la tercera charla del Ciclo de los Lunes de los Derechos Humanos que organizan junto Justicia y Paz, Cristianismo y Justicia y Manos Unidas. Bajo el nombre "Cuando las fronteras se convierten en muros. ¿Cómo afectan los derechos humanos las políticas migratorias de Europa?" Tratamos la situación que se vive actualmente en las puertas de Europa: tratados, fronteras cerradas y vulneraciones de los derechos humanos a miles de personas. 2e4d6d
La conferencia reunió a muchas personas interesadas en entender y reflexionar sobre la política europea que no hace más que aumentar los peligros y sufrimientos para refugiados y emigrantes, personas que han visto sus derechos humanos cada vez más vulnerados. Lorenzo Gabrielli, investigador asociado a IEMED e investigador en GRITIM-UPF conjuntamente con Gonzalo Fanjul, investigador y activista, colaborador del programa de migraciones en el Center for Global Development fueron los dos profesionales invitados para dialogar sobre los movimientos de emigrantes del siglo XXI. El moderador invitado para guiar el acto fue Carles Solà, director del programa Un mundo de TV3.
Precisamente Carles Solà inició la conferencia haciendo una comparación de las consecuencias migratorias de la guerra civil con lo que ocurre actualmente. "¿Por qué estamos creando una Europa con fronteras? ¿De quién nos protegemos?" se preguntaba. Antes de dar el turno a Lorenzo Gabrielli denunciaba que una vez terminada la Segunda Guerra Mundial todos los países emergentes se comprometieron a refugiarse todos los emigrantes, lo que actualmente no se está haciendo y han roto, así, su palabra.
La dificultad de los refugiados para obtener un visado y los acuerdos internacionales secretos fueron el foco central de la exposición de Lorenzo Gabrielli.
Explicó que las regiones con mayor demanda para obtener una visa son: Asia, África y próximo Oriente. Estas personas tienen que acostumbrarse a trámites de larga duración y muy burocráticos. Si no fuera suficiente tener que mover tantos hilos para conseguir entrar en un país, desde hace unos años existen lo que se llaman acuerdos bilaterales entre los países europeos y los países empobrecidos con fuertes índice de emigración para controlar la gestión de los emigrantes. Acuerdos basados en la ideología de extender las fronteras europeas en África o Asia para que sean estos países los encargados tanto de regular los flujos en el territorio de origen de los inmigrantes con destino a Europa como para evitar que los emigrantes lleguen a territorio europeo. Gabrielli expuso diferentes acuerdos como España - Marruecos, Italia - Libia y España - Mauritania. Unos acuerdos discretos y secretos que no se sabe si vulneran o no los derechos humanos, donde los países de origen aceptan controlar el flujo de emigrantes.
¿Cuál es, pues, la acción de la Unión Europea? Incentivar FRONTEX, la agencia europea que gestiona las fronteras y costas. Su ingreso ha sido, tal como explica Gabrielli, mucho más elevado que el dinero destinado a la propia INTERPOL, la policía europea que vela por la seguridad interna entre los países.
Por su parte, Gonzalo realizó una lectura de la situación de los emigrantes en Europa. PorCausa, la organización donde trabaja investigando y haciendo periodismo sobre la situación y causas de la crisis de los refugiados y emigrantes, le hace pensar en tres ciclos de gran magnitud que tienen efecto en estos movimientos de personas. El primero, un "debate sobre la movilidad humana: 255 millones de personas se están moviendo en el mundo, todos emigrantes en el planeta donde vivimos" comenta. El segundo, un "desplazamiento forzoso" como la llama con sus palabras debido a que las personas se mueven por causas "climáticas y para evitar las guerras" de sus países. Y todo ello alimentado de un tercer ciclo, el "populismo que remite al derecho del territorio en los individuos de fuera del territorio", según Gonzalo. Para él, este populismo (ideología que, entre otros, sigue Donald Trump, el próximo presidente de EEUU) nos permite aceptar como nación que "tenemos el derecho a no dejar entrar a alguien en nuestro territorio", lo denigrante que para el investigador "vulnera totalmente el derecho a la prosperidad de una persona".
"Estamos ante la tragedia humanitaria que no tiene precedentes desde los años 40 en Europa" aclara Gonzalo.
"Este populismo ya existía en Europa antes de que Donald Trump fuera el presidente de Estados Unidos: Mariano Rajoy ya lleva reduciendo las ayudas a los servicios sociales y cerrando las puertas de los emigrantes desde hace tiempo" añade el investigador.
Lorenzo Gabrielli y Gonzalo Fanjul, aunque utilizando unos enfoques muy diferentes para su intervención, están de acuerdo en una cosa: las horribles acciones de la Unión Europea. Lorenzo recordaba una cifra aterradora a lo largo de su discurso: 16.250 muertos de 1993 a marzo 2012 en el mar Mediterráneo. "Este dato no contiene las cifras de la crisis de los refugiados hasta 2016" comenta. "La obsesión de controlar los flujos migratorios no se está gestionando de forma correcta, aumenta el número de muertos y los gobiernos europeos no controlan en absoluto la situación actual" concluye Lorenzo. Gonzalo añade: "La Unión Europea no ha aprendido a manejar un tema social y económico. Fracasa en poner en marcha las instituciones y España avergüenza con su papel ". El periodista se preguntaba: "¿Cómo introduciremos el derecho a emigrar? La obligación a aceptar? No el derecho a salir de los inmigrantes, porque esto ya existe, sino el derecho y el deber de aceptar por parte de todos los países europeos".
Las exposiciones de los dos investigadores terminaron con una interpretación de Fanjul también compartida por Gabrielli: "Los gobiernos pueden alegar y aumentar el precio de los visados y movimientos, pero no podrán detenerlo. Cuando empiecen a aceptar estos dos hechos se podrán establecer unas políticas necesarias e idóneas. Es necesario, pues, una pedagogía pública y sentir la transformación emocional y cultural pensando que todos somos inmigrantes y todos, algún día, o ya nos hemos movido o tendremos la necesidad de movernos".
Blanca Melloni, redactora de Justicia y Paz Barcelona