El viernes 31 de enero tuvo lugar la Cena del Hambre en la Parroquia de Santa María de Premià de Mar, con una participación de más 60 personas de diferentes edades, muchas de ellas pertenecientes al grupo parroquial de Manos Unidas en Premià, de reciente creación. Como novedad de este año cabe destacar la celebración conjunta con la Parroquia de San Cristóbal, pues ambas comparten como rector al padre Xavier Pich. a3b18
Previamente se había realizado una campaña de comunicación consistente una pegada de carteles en parroquias y en comercios y otros locales del barrio; en la publicación de la charla en la web del Ayuntamiento de Premià de Mar, y en el Facebook de Proyecto DISA Premià y en diversas entrevistas en Radio Premià de Mar y en la comunidad educativa (AFAs). Todas estas acciones invitaban a la asistencia a la charla y animaban a contribuir en la colecta, destinada a un proyecto de cooperación al desarrollo en Zambia.
De la mano del voluntario Joan Ferrés, promotor del encuentro, el presidente de Manos Unidas Barcelona, Joan Martí, introdujo la campaña anual, centrada en las consecuencias de la crisis climática para los más desfavorecidos, que siendo los que menos influyen en sus causas, son los que más la sufren. El testimonio vino de la mano de M.Fuad Amrani, director de la ONG ATIL, contraparte de Mans Unides en Marruecos.
Amrani, con una experiencia de más de 25 años en el ámbito de la cooperación internacional, nos habló del ambicioso programa de metodología pedagógica que ATIL está desarrollando en colaboración con el Ministerio de Educación marroquí, y que cuenta con el soporte de Manos Unidas y la concurrencia de otras instituciones tales como el Ayuntamiento de Barcelona.
En el inicio, de nuevo el gran tema: el factor medioambiental. Muchas poblaciones rurales en marruecos basan su economía en la agricultura. La crisis climática, con sus sequías, les obliga a emigrar a las ciudades, que aumentan exponencialmente su población.
Se producen crecimientos irregulares y desordenados, donde se concentra población especialmente vulnerable en auténticas bolsas de marginación y exclusión.
Esta densidad poblacional ajena a los servicios básicos origina dinámicas de exclusión que acaban llevando a los jóvenes a la radicalización de comportamientos, entendida en un sentido amplio (frecuentan redes de droga, de hurtos; se lanzan a la emigración a España/Europa; caen en un radicalismo religioso…) en su búsqueda de oportunidades, o a causa de nuevas relaciones. Esto acaba generando situaciones de inseguridad en la sociedad.
Marruecos, volcado en el turismo como impulsor de su economía, apuesta por implantar este modelo de intervención socioeducativa en los centros de enseñanza pública para poder prevenir conductas de riesgo en jóvenes que desencadenen procesos de radicalización, que contengan actitudes y /o comentan acciones que denoten violencia.
En este sentido, nos ilustró la fuerza de la dualidad que experimentan en tanto que musulmanes, orientales al fin, en o directo con el modo de vida occidental, con unos valores tan opuestos a los suyos. De ahí la importancia de educar en valores que “compensen” este modelo de vida consumista actual y “refuercen” su resiliencia a este entorno agresivo. Y ello a través del fortalecimiento en las escuelas de la cultura de la paz, del empoderamiento a los educadores en la gestión de conflictos (es un programa orientado al refuerzo de capacidades del profesorado, métodos de evaluación y todo) y hacer de ello, mediante el concurso de la istración, política pública educativa.